¡No! No fue el pueblo salvadoreño consciente, tampoco fueron todos los electores de la derecha y ni siquiera muchos de los correligionarios del PCN, los que eligieron a Ciro Cruz Zepeda para presidente de la Asamblea Legislativa, el pasado viernes 1 de mayo.
Lo eligieron las cúpulas del unipartido ARENA-PCN-PDC y del Ejecutivo, y allegados más cercanos. De ahí surgió el arreglo, contra la voluntad mayoritaria de la población y sus anhelos de cambio. Pero, aunque parezca que no, lo cierto es que si: sí, la población sabe el por qué y para qué de ese arreglo. Razón suficiente, además, para intuir con propiedad que, durante los próximos tres años, en la Asamblea Legislativa habrá más de lo mismo, cuando no peor.
De nada valieron sugerencias, propuestas, intentos de negociación, quejas y protestas anticipadas de varios sectores.
Nada. Ciro Cruz Zepeda era para ese bloque el único elegido,
diz que por ser el más concertador, negociador y tolerante (pero a su ex fórmula presidencial Chevez-Garcíaguirre, la eliminó sin decir agua va) (¿?). Su elección era un secreto a voces. Así estaba escrito. Y hasta con arrogancia e ironía, el bloque unipartidario hacía gala de su fuerza verbal, como ratificando que, por ahora, todavía impera la palabra del poder sobre el poder de la palabra.
Las frases del secretario general del PDC, Parker, lo ratificaban cuando, en sus declaraciones -según los archivos- afirmaba públicamente que si bien en otros Órganos del Estado había cambios, en la Asamblea Legislativa el sistema de ellos continuaba. ¿Seguirán, entonces, los combos, los madrugones, los arreglos para bien personal y partidario? Ojalá que no. O ¿habrá votaciones sólo para bien de la Nación? Ojalá que sí.
Un hecho consumado. Con 47 votos de los 84 (
y 37 abstenciones del FMLN, CD y Orlando Arévalo), ganó Cruz Zepeda la presidencia. Y el resto de la directiva, por evidente mayoría. Como siempre, abundaron las expresiones demagógicas de que “
esto es la democracia”, “
buscamos el mejor perfil”, “
sólo así resolveremos los problemas del país” (pero no lo han hecho siendo los mismos)… y tantas frases de “cliché”, adornadas con
gestos irónicos y hasta de mofa, como lo evidenció claramente la TV a la hora de la votación. Nada de pueblo, puro bloque partidario.
Abundaron inútilmente las protestas. El mismo presidente electo del FMLN, Mauricio Funes, “expresó su descontento por la intención de la derecha de otorgar la presidencia de la Asamblea Legislativa al diputado Ciro Cruz Zepeda…”, según publicó Diario Co Latino (mayo/2/2009). Y destacó textualmente: “
Elección de Zepeda no respeta voluntad popular: {dice} Funes”.
Y puntualizaba: “
... {es un} mal mensaje, es un mensaje de irrespeto a la voluntad popular…”, dijo Funes. Fue inútil todo esfuerzo. La señal del necesario cambio que dio el pueblo, el 18 de enero, no fue atendida. Será hasta en otra, dijo la gran mayoría de salvadoreños. Y en efecto, la gran mayoría, ahora defraudada, con esperanza seguirá confiando en un futuro mejor.
Por de pronto, esa población resiente y resiste. Si bien no avizora cambios en la Asamblea Legislativa, confía en que los Órganos Ejecutivo y Judicial acaten su reclamo y actúen con justicia y equidad. Por ahora, mientras el irrespeto a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños sea patrimonio de algunos diputados y diputadas y algunos políticos de arriba,
la aritmética legislativa seguirá imponiendo sus intenciones y decisiones. Sin embargo, como en toda regla, hay excepciones. Son pocos, pero hay diputados honestos con visión de Nación, en todos los partidos.
Pero, ¿y los 43 de la fama? Por estos, seguirá la preocupación por las aprobaciones precipitadas a su favor, o los bloqueos festinados a las iniciativas del nuevo Ejecutivo, según convenga a los intereses del bloque.
Mal inicio y malos augurios, además del mal sabor político, dejó la festinada elección legislativa del 1 de mayo. Acciones políticas que provocaron reacciones en los sectores radicales de la población, enardecidos por la evidente actitud de autoritarismo y menosprecio a la voluntad nacional. No se justifica esta violencia. Nunca, hasta debe rechazarse. Pero también, como obligada contraparte, es hora de comenzar a legislar con equidad y transparencia.
¿Qué vendrá después, especialmente ante las elecciones de segundo grado: CSJ, FGR, TSE, CdeC… que se avecinan? Alguna elección, como la del Fiscal General de la República, ya cumplió el tiempo límite legal sin conseguirla, precisamente porque el combo y otras cuotas de poder no satisfacen a la derecha. La población, el gremio mismo de abogados y otros amplios sectores, piden honradez en la selección de un candidato a Fiscal sin claras inclinaciones partidarias. El pueblo, como único Soberano, espera igual procedimiento en las otras elecciones… ¡Sea!
[Renán Alcides Orellana]
Escritor y periodista salvadoreño
Columnista de Diario Co Latino y Raíces