martes, 29 de julio de 2008

PROHIBIDO OLVIDAR

Memorias del 30 de julio de 1975

Por: Roselia Núñez

Todo comenzó la noche el 25 de julio de 1975, cuando miembros del ejército salvadoreño del Presidente Arturo Armando Molina ocuparon las instalaciones del Centro Universitario de Occidente, CUO (una de las doce facultades de la Universidad de El Salvador, UES, ubicada en el Departamento de Santa Ana).

El objetivo era suspender los preparativos para el desfile bufo, que tradicionalmente los estudiantes realizaban cada 26 de julio. En Santa Ana ese día se celebraban las fiestas patronales y los estudiantes acostumbraban a unirse a los festejos con el desfile bufo como medio de expresión crítica al gobierno de Molina.

Como forma de protesta a la ocupación militar del CUO que representaba una violación a la autonomía universitaria, los estudiantes de la UES en San Salvador convocaron a una asamblea en la que establecieron llevar a cabo una marcha el 30 de julio.

En esa asamblea, una estudiante manifestó tener información que la marcha iba a ser reprimida por el ejército salvadoreño. Y en efecto, días antes el Ministro de Defensa, General Carlos Humberto Romero, había advertido que no iba a permitir ningún tipo de manifestaciones.

Aun con ese riesgo la marcha salió del parqueo de Ciencias y Humanidades de la universidad el 30 de julio a las 4:00 de la tarde, rodeando el Instituto Nacional General Francisco Menéndez, INFRAMEN, para incorporar estudiantes de secundaria que conscientes de la realidad apoyaban las luchas de esa época.

Hasta ese momento, la manifestación parecía normal, los estudiantes como en el resto de ocasiones iban ondeando sus pancartas al ritmo de sus acostumbradas consignas. De pronto, al interior de la manifestación, que formaba cuatro columnas (en igual número de bloques, incluyendo el de la zona occidental), desde el Externado San José hasta el puente a dos niveles sobre la 25 Avenida Norte, se comenzaron a escuchar disparos de armas cortas.

Posterior a ello, se sumaron los disparos de miembros de la Guardia Nacional y de la Policía de Hacienda que con machetes y armas de fuego se hicieron presentes sobre la 3ª. Calle Poniente, lo que produjo la dispersión de la marcha, los manifestantes comenzaron desesperados a buscar la salida.

Algunos estudiantes desesperadamente, saltaron del puente, hacia lo que hoy se conoce como Alameda Juan Pablo II. Ahí algunos se fracturaron las piernas y quedaron tendidos sobre la calle.

Otros llegaron a refugiarse al hospital del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (antiguas instalaciones del ISSS), en donde algunos fueron disfrazados como pacientes para que la Guardia Nacional no los identificara.

Mientras algunos heridos trataban de esconderse al interior del hospital, afuera, en los alrededores del ISSS podían observarse los cuerpos de los estudiantes que uno tras otro habían ido cayendo.

Los médicos y enfermos del ISSS vieron unos 20 cuerpos entre heridos y muertos. No hay datos precisos, pero se menciona que hubo estudiantes desaparecidos y capturados por el ejército.

Aun cuando los médicos del seguro quisieron levantar a los heridos que se encontraban a orillas del hospital, la guardia no les permitió hacerlo, por el contrario a “culatazos” los hicieron retroceder.

Muchos llegaron asustados y heridos quienes posteriormente fueron evacuados en ambulancias del ISSS. Otros quedaron ingresados en el hospital porque estaban gravemente heridos, muriendo algunos en el hospital.

Otros estudiantes, al verse acorralados por las balas y machetes de la guardia y policía trataron de escalar el muro del Seguro, unos lograron escapar, otros cayeron heridos y muertos en manos de los represores.

Las fuerzas represivas, por su parte, llegaban con una tanqueta y continuaban su marcha sobre la 3ª Calle Poniente, ya en el paso a desnivel, abajo del puente en la calle Juan Pablo II, para evitar la presencia de curiosos. Posteriormente, llegó el ejército a levantar a los heridos y muertos, los arrojaron a los camiones y se retiraron, luego llegaron los bomberos y lavaron la sangre.

En menos de 20 minutos, los militares se habían desecho de todas las pruebas que los incriminara con la opinión pública, no obstante, años después continúan vivos en la memoria de estudiantes y en la historia de la UES y del país.

Nota: Este artículo fue elaborado con base a testimonios de tres sobrevivientes y un testigo de los sucesos de la fecha.

Aún no existe una investigación científica que permita precisar el número real de muertos y desaparecidos el 30 de julio de 1975. Según el libro “AGEUS 25 años de lucha” y el Diario Co Latino de la época, algunos nombres de las víctimas son:

Muertos
Carlos Fonseca
Balmore Cortez Vásquez
Sergio Antonio Cabezas
Napoleón Orlando Calderón
Reynaldo Hasbún
Eber Gómez Mendoza
Roberto Antonio Miranda
José María López
Carlos Humberto Hernández
María E. Miranda
José Domingo Aldana

Lesionados y golpeados
Luis Antonio Villafuerte Castellanos
Mario López
Doctor Luis Coreas (quien recibió un impacto de bala mientras observaba desde el ISSS)

Desaparecidos
Morena Nolasco
Elizabeth Iraheta Milla
Julio César Velado
Guillermo Aparicio
Silvia Montano

Este posteo tiene como finalidad no olvidar parte de la verdadera historia de El Salvador, aquella que se escribio con sangre de personas cuyo unico pecado fue haber pertenecido al grupo de los marginados, de los desprotegidos, de los desempleados, de los explotados, una historia que no se encuentra en ningun libro de texto para fines educativos, una historia que no hizo noticia en nuestro pais probablemente porque para los dueños de los medios de comunicacion de todos los tiempos en El Salvador la sangre de estas personas significo nada mas que suciedad en las calles que habia que lavar, la historia que maquiavelicamente no se cuenta quizas porque no se teme caer en los mismos errores que terriblemente podrian provocar una nueva historia muy parecida a aquella. (SAMAEL)


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimados rojos rojos, los invito a pasar por el blog para enterarse de la última farsa publicitaria arenera.