[Dagoberto Gutiérrez]
He recibido una carta maravillosa de un poblador del Bajo Lempa, este escribe en medio del calor abrumante de la zona y su pluma palpita de emoción y de convicción cuando se refiere al mejor de todos los salvadoreños, al más universal, al más valiente, al más modesto, al más honrado, al más consecuente, al más grande y al más mínimo, al más firme y al más tierno, a Monseñor Romero y me dice este poblador:
“Aquí en bajo Lempa nuestras comunidades están alertas, el miedo desapareció porque tenemos a un nuevo presidente electo que quiere gobernar con una opción preferencial por los pobres, inspirados por nuestro querido pastor y mártir Monseñor O. A. Romero de quien en estos días estamos conmemorando, ya 29 años de su martirio”.
Este mensaje expresa una psicología que relaciona la alegría y la victoria, en este caso se trata de la victoria sobre el miedo promovido y cultivado por las derechas y, de la alegría por tener a un presidente electo que se inspira en Monseñor Romero, en efecto aquí tenemos dos piezas maestras para construir un pueblo seguro de sus avances hacia la libertad, la justicia y la paz.
Cuando se habla de un Presidente electo se está hablando de un nuevo gobierno y de Mauricio Funes, en el discurso de éste, el 15 de marzo por la noche, incorporó en su texto la referencia a Monseñor Romero y éste resulta ser, en un país como el nuestro, el compromiso más comprometido que alguien puede asumir, es casi poner su pellejo como condición, de cumplimiento ciertamente la opción preferencial por los pobres significa partir de los pobres, de sus intereses, angustias y esperanzas y en un mar de pobres y de pobreza, esto puede significar, para un gobierno, mucho respaldo y apoyo popular lo que también puede significar, en una sociedad polarizada como la nuestra, fricción y desencuentro con los poderosos, a menos que los pobres decidan defender los intereses de los poderosos o que estos decidan defender los intereses de los pobres.
El poblador me sigue escribiendo y me dice: “yo me doy cuenta que hay que dar a conocer a Monseñor Romero porque, por ejemplo, nuestros jóvenes son completamente ignorantes con respecto a esta persona tal emblemática de la historia contemporánea de E. S., en la vigilia del sábado pasado participó una muchacha escocesa, tú sabes donde se ubica Escocia, la tierra de los pictos, mucho frío y niebla allá, cielos grises casi todos los días del año, toman mucho whisky para calentarse el cuerpo, gente robusta, pelo rojo. Esta señorita contó que allá en su escuela enseñaron sobre la vida de Monseñor. Imagínate, en Escocia, ¿y aquí en El Salvador?”.
Esto es muy cierto, por que Monseñor es amado por el pueblo, odiado por las oligarquías y las derechas y, muy probablemente, temido por el Vaticano; por eso el silencio oficial es sepulcral, en tanto que el pueblo pobre ha hecho santo del pueblo a Monseñor y no está esperando al procedimiento del Vaticano, y aquí tenemos un punto que el nuevo gobierno deberá tomar con vehemencia para dar a conocer la vida, pensamiento y sacrificio del salvadoreño más universal.
Sigue diciendo el poblador: “en los años que estoy viviendo en el Bajo Lempa, nunca he visto tantas sonrisas como en estos días…. Pero nos damos cuenta que es una victoria vulnerable y que más que nunca hay que trabajar duramente… ojalá Mauricio y su futuro gobierno vayan a ser capaces de encarnar estas palabras proféticas de Monseñor”.
Sigue escribiendo el poblador: “como tú dijiste en una entrevista en los últimos días: van a tener que oler a sudor, a tierra, al pueblo con esperanza… sí, es un tremendo trabajo…. Aquí sabemos lo que es sudar, el olor de la tierra, el polvo… me gustó mucho tu referencia a las palabras de Jesús de Nazareth, tierra de polvo ahí en Palestina: vino nuevo en envases nuevos… no se puede remendar un vestido viejo con un pedazo de tela nueva… se romperá… hay que cambiar todo”.
Este es el punto, porque si el nuevo gobierno no cambia al régimen político, es decir a la filosofía y la ideología que inspira al gobierno, entonces el cambio no es sino un recambio y el nuevo gobierno se dedicará a hacer lo que ARENA no hizo o a hacerlo mejor, cuando de lo que se trata es de cambiar la forma del estado, el sistema de gobierno y el régimen político, en otras palabras: para un vino nuevo se requiere un odre nuevo.